ESE SER DEL NORTE
ESE SER DEL NORTE
-¿Usted no es de aquí, verdad? ¿De dónde es?- me pregunta la clientela de la barra nada más poner una servidora pie en el bar barriobajera, para comer algo tras tanto esfuerzo deportivo.
-Del Norte- contesto taxativa y sin aclarar, harta de que todo dios me insista en que mi verdadero país sea Dinamarca, y que por eso no puedo pasar frío, y que alguna vez conocieron a una danesa, y ¡ay! cómo les encanta mi país que a mí ya me da escalofríos.
-¿Pero de dónde, de dónde?- quieren saber, mientras ya salgo camino a la terraza soleada.
-¡Y a tí qué te importa!- defiende la dueña del bar mi misterismo.
Cuando sale el hombre del bar prueba una vez más, ahora que la dueña no le oye y no le puede reñir. Que de dónde soy, que si del País Vasco.
Vengo de Barcelona, digo, porque esa es mi verdad: soy una desterrada de la cara Cataluña gone völkisch que ha venido al sur del sur para empezar de nuevo, porque he perdido todo por culpa de mi maldito país de origin.
Todo eso no lo digo. Sólo menciono ese origen catalán, y entonces el hombre pierde todo interés en mi exotismo y se larga, simpático que es y flaco como un drogata entrado en años. Igual teme que me ponga pesada con el fet diferencial y el sufrimiento milenial dels catalás de debò.
