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SCC: en pos de la paz social

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SCC: en pos de la paz social

Esta entrevista exclusiva con José Rosíñol es la primera que concede tras su detronación. Hablamos de los ataques sobrevividos por la asociación constitucionalista, del nihilismo de la CUP y la magnanimidad del Estado. El expresidente de la Societat Civil Catalana insiste en percibir el Procés como un fracasado golpe de Estado, y apunta que los indultos no se regalan de antemano.

POR SARA HØYRUP

¿Sigue usted siendo socio de la SCC?

Sí, por supuesto

¿Continua teniendo fé en el proyecto de la SCC?

SCC es un proyecto único, basado en conceptos básicos como la transversalidad, la independencia respecto a partidos políticos así como la vista al medio y largo plazo. Estas ideas son las que han conseguido aglutinar a una gran parte de la población catalana, y sirvieron de muro de contención ante el intento de golpe de Estado perpetrado por el separatismo a finales del 2017. Ahora SCC debería servir para reforzar esta visión pluralista e inclusiva de la realidad catalana y curar las profundas heridas sociales derivadas del proceso separatista. Hemos de acabar con la fractura social y con la visión excluyente propiciada desde la Generalitat. Debemos tejer nuevas complicidades entre la ciudadanía y también prestigiar las denostadas instituciones públicas catalanas.

¿Qué fue lo que pasó realmente cuando usted dejó la presidencia de la SCC?

Fueron causas internas y externas: hubo quién no entendió que la única manera de acabar con la locura del Procés es impactar en una parte de la población que podríamos denominar "independentismo accidental" (un 15 o 20 por ciento del total), que el camino era el convencer y no el imponer, ya que por mucho que tengas la razón, estamos ante un problema principalmente de comunicación y propaganda, por lo tanto, ante un problema sociológico. Las llamadas a la calma por parte de SCC, el tono moderado de nuestras declaraciones públicas, el tender puentes sin ceder un ápice en la defensa del Estado de Derecho y las libertades de todos los catalanes era interpretado como una concesión. Ahora bien, no podemos actuar como hace el independentismo, esto es, ignorando a aquella parte de la población que no piensa como nosotros. Es un error estratégico que solo ve el corto plazo y la inmediatez.

Bien es cierto que SCC logró situarse en la centralidad política y ser el eje de una solución a medio y largo plazo. Nuestra visibilidad pública y mediática fue más que considerable (salimos más de 1.100 veces en medios de comunicación; de hecho convertimos a SCC en un instrumento de comunicación). Y esta capacidad de influencia, este giro a la moderación y hacia una narrativa razonable, generó envidias y miedos por igual; y de ahí se generó el movimiento que trató de acabar con la organización y con algunos de nosotros.

Cuando ello ocurrió, los afectados decidimos establecer estas premisas para nuestra respuesta: primero Causa, después Organización y, por último, personas.

Ahora, después de más de seis meses de esa operación contra SCC, con la gestión de mi presidencia aprobada por la Asamblea de SCC, con las cuentas también aprobadas por el 85 por ciento de dicha asamblea (cuentas sustentadas con dos auditorías externas), estoy convencido de que hicimos bien en las tomas de decisiones que hicimos en aquellos tiempos tan complicados.

¿Qué que ocurre ahora dentro de la SCC?

Después de la crisis, y como última contribución personal a la organización, trazamos y ejecutamos un plan para estabilizarla y recuperar la reputación de la marca. Ello se ha conseguido con una presidencia temporal de seis meses, y ahora se abre un periodo para continuar el trabajo de SCC.

¿El nuevo presidente Sánchez Costa es del Opus como algunos me aseguran?

Sinceramente lo desconozco. Fernando es la persona más adecuada para liderar en este momento el proyecto: él fue un colaborador muy cercano durante mi presidencia y tiene claro qué es SCC y algo más importante aún, qué no es SCC. Además fue partícipe del plan estratégico a 15 años vista que elaboramos y creo que seguirá esa línea de trabajo y discursiva.

¿Cuadran las afirmaciones de Costa de una ‘insurrección posmoderna’ con lo que afirmó en su día la SCC en sus informes sobre el Procés?

Sinceramente creo que es un buen análisis, máxime si comparamos lo ocurrido con el concepto de posmodernidad de Lyotard o cómo se incardina en la era de la posverdad. El separatismo ha recurrido a la desinformación y la deformación de la realidad como eje central de su estrategia, ha utilizado, pervertido y desprestigiado las instituciones públicas catalanas en pos de sus fines, ha recurrido a un planificado plan de propaganda trufada de fake news, y ha buscado las brechas jurídicas para tratar de burlar al Estado de Derecho. Todo ello me hace coincidir con el análisis de Fernando: la narrativa del independentismo y su forma de actuar coincide con esta posmodernidad, con esta sociedad líquida y este relativismo de aspiraciones ontológicas.

¿Ha sido infiltrada SCC por intereses afines al entreguismo del Gobierno español y la socialdemocracia? Y ¿es realmente entreguismo o es realismo sensato?

Sinceramente, y esto es algo que he vivido y he sido protagonista, SCC nunca ha sido un instrumento de ningún partido ni de ningún gobierno. Nosotros tenemos una mirada a medio y largo plazo, entendemos que lo que ocurre en Cataluña es un problema de Estado, y nos gustaría que este problema estuviera fuera del debate y de la lógica competencia electoral (como es obvio, hemos fracasado en esto último). Creo que a veces se confunde nuestra narrativa (que no ha cambiado con el cambio de gobierno). Básicamente estamos ante un escenario de juego estratégico basado en la capacidad de comunicación y con el objetivo de cambiar el marco mental de un porcentaje deseable de ciudadanos (marco establecido después de más de 30 años de implementación del plan de ingeniería social de Jordi Pujol, el famoso Programa 2000) para que ello derive en un cambio político en Cataluña y poder empezar la reconstrucción social y cívica de la sociedad catalana.

¿SCC será capaz de movilizar de nuevo a millones de ciudadanos en contra del secesionismo?

Espero que no sea necesario volver a hacerlo, básicamente porque la capacidad de movilización de la gente normal, esto es, de aquella parte de la ciudadanía no hiperideologiada ni obsesionada por una épica desfasada, se da en momentos de excepcionalidad, que es básicamente lo que ocurrió en octubre del 2017, momento en el que SCC no sólo supo movilizar a esos millones de ciudadanos, sino que lo hizo con un tono constructivo y positivo (el lema era "Recuperem el seny", recuperemos la sensatez) en un momento en el que cualquiera chispa podría haber desencadenado el enfrentamiento civil que tanto buscaba parte del separatismo, creo que esta ha sido la principal contribución de SCC: vehicular hacia la racionalidad y la calma en pos de la paz social en un momento dónde los ánimos estaban a flor de piel. Como anécdota recuerdo que aquella primera manifestación fue decidido seis días antes por iniciativa de dos personas, una de ellas un servidor, y que fue intensamente criticada por aquellos que después trataron de desestabilizar desde dentro a la organización. Sin embargo, después del éxito el 8 de octubre todo eran parabienes: cosas del ser humano.

¿Ha perdido su relevancia SCC?

Lo cierto es que no ha perdido relevancia. La realidad es que el golpe de Estado ha fracasado, y el escenario político está mutando hacia un nuevo paradigma por mucho que TV3 y la parte más radical del independentismo pretendan hacer creer lo contrario (de ahí el enfrentamiento multipolar entre los partidos y asociaciones separatistas). Lo que ha cambiado no es la relevancia de SCC sino el marco general, cuestión a la que debe adaptarse SCC siempre pensando estratégicamente y a medio y largo plazo.

La actualidad catalana

¿En qué situación se encuentra el nacionalismo catalán ahora mismo?

El nacionalismo anda a la greña porque se han dado cuenta de que no han podido con el Estado de Derecho, porque han visualizado que no tienen la fuerza social suficiente ni siquiera para el desafío, porque internacionalmente se han dado de bruces con la realidad de la geopolítica. Ante este escenario vemos cómo ERC entra en un cínico pragmatismo leninista (un paso adelante y dos pasos atrás cuando sea necesario) dándose esos 15 años para obtener dicha mayoría social (de ahí que el plan de SCC fuera un plan sociológico a 15 años vista), tenemos a un PDCat en estado de descomposición y con algunos movimientos para crear un partido catalanista pero no rupturista, un Puigdemont que trata de mantener el poder paralelo y la tensión porque de ello depende su propia subsistencia personal, y una CUP nihilista que ya no sabe qué decir ni qué proponer.

¿Qué dictamenes cree usted habrá por el intento de secesión?

Sinceramente, al no ser jurista, no me atrevo a dar una respuesta, porque básicamente repetiría lo que habrán dicho otros.

¿Fue un golpe de Estado?

Si buscamos la definición de lo que es un golpe de Estado, diría que claramente sí, lo fue. Después podríamos si acaso adjetivarlo como de posmoderno o híbrido.

¿Qué ocurrirá en la calle en caso de largas penas a los líderes separatistas? ¿y si se les declara inocentes, o se les indultan?

Si ocurre lo primero, será la última oportunidad para el independentismo más radical y menos pragmático (Torra, Puigdemont y otros) para que ocurra un escenario insurreccional que obligue a actuar al Estado y lograr una innecesaria mediación o intervención internacional (Torra ya se ha referido a la "vía eslovena"). Sin embargo creo que –afortunadamente– ya ha pasado esa posibilidad.

Cualquier dictamen deberá estar muy bien argumentado por el Tribunal Supremo. Por parte de la ciudadanía y el mundo político, creer en la justicia pasa por respetar aquellas sentencias con las que nos sentimos de acuerdo y con las que no.

El tema de los indultos es algo interesante, se ha convertido en un arma electoral arrojadiza, pero se obvian algunas cuestiones: primero debe haber condena en firme, es el condenado él que debe solicitar ser indultado aduciendo arrepentimiento y, si se concediesen dichos indultos (siempre son individuales) nunca les eximiría de la inhabilitación.

¿Deben ser indultados?

Sinceramente, creyendo en la igualdad ante la ley, es un tema de Estado en el que todos los partidos constitucionalistas (no solo el que esté en el poder) deberían hacer un ejercicio de consenso, siempre anteponiendo el bien común y la magnanimidad de un Estado vencedor ante un intento de soliviantar el Estado de Derecho.

¿Qué papel juegan ahora Puigdemont, Torra, Mas, Junqueras y los Jordis?

El papel de Puigdemont es su modus vivendi, es alguien que no tiene nada que perder, siempre y cuando no pierda notoriedad, porque si la pierde dejarán de llegarle los recursos de aquellos miles de ingenuos catalanes que aún se creen la Gran Mentira del procesos separatista. Torra es un personaje funesto que ha desprestigiado ad nauseam a la institución que representa, y creo que en breve debería ser un capítulo del pasado. De Artur Mas (al que curiosamente le vence la pena de inhabilitación el 23 de febrero del año que viene) cabría preguntarse ¿puede ser parte de la solución aquél que fue quien nos metió en el problema? A Junqueras y el giro a la supuesta moderación de ERC podríamos pedirle una declaración pública de disculpa y reconocimiento (como hacen en privado) de que todo esto del prusés ha sido una tomadura de pelo. En cuanto a los Jordis, su papel en política debería ser cero: creyeron y confundieron sociedad civil con partidos político, y el poder los obnibuló.

¿Cuál es la mejor vía a tomar ahora para el constitucionalismo?

En un mundo ideal sería volver a la unidad de acción y discursiva aprovechando la debilidad del independentismo. El momento actual ofrece la oportunidad de consensuar un plan de reforma y de acción con el que se podría acabar con el desafío nacionalista durante las próximas dos o tres generaciones, pero para ello hace falta visión de Estado, altura de miras y planificación estratégica más allá del ciclo electoral.

Sara Høyrup es corresponsal de España para Magasinet Europa en Dinamarca. www.sarahoyrup.com

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