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El buletín parroquial

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ANÁLISIS – El diario catalán Ara tiene su sede en la calle Diputación, 119 en el centro de Barcelona. Ara se publica por primera vez el 28 de noviembre del 2010. Su tirada es de 22.564 ejemplares más 18.697 denominados ”digitales” según Viquipèdia, sin que quede claro cómo se miden estos últimos. [Todas las traducciones del catalán son mías.]

Ara obra todavía con algo tan trasnochado como es el telefax; cosa curioso porque sostiene nacer de la revolución digital. Y ciertamente domina bien las nuevas herramientas que sirven para alcanzar al público. Así, la página principal de la versión digital, Ara.cat, es muy larga: haciendo scrolling sin cliquear se accede a todo el contenido principal de la agenda de noticias y opinión del medio.La redacción parece pues estar al tanto de lo más novedoso de análisis del comportamiento del público: los lectores no tienen tanto rechazo a hacer scroll como se creía antaño. Peor es pedirles que cliqueen para seguir leyendo.

¿Periodismo riguroso?

A los lectores que plantean hacerse suscriptores, Ara promete ”periodismo de máxima calidad, rigor y transparencia”. Lo descubro cuando intento en vano acceder desde el smartphone contenido que ya he visto en el ordenador: en el móvil solamente puedo verlo pagando.

Y sin embargo, el sesgo separatista del diario es tan pronunciado que los unionistas simplemente no lo leen. No les inspira ninguna confianza o respeto. Las respuestas coinciden en esto cuando pregunto en un grupo unionista moderado, Europeans in Catalonia en Facebook, por la impresión de este medio.

Según la wikipedia catalana –que contiene más datos básicos que el medio mismo– el periódico se dirije al ámbito de ”los países catalanes”, es decir, las regiones de habla catalana en alguna de sus variantes dialectales: Cataluña, Valencia y Baleares, así como la Cataluña del Norte en Francia (en teoría, al menos). Ofrece, sostiene este fuente, ”información general” a sus lectores, lo cual cuadra aparentemente con las secciones que se alistan en Ara.cat: política, internacional, economía, sociedad, cultura, media, opinión, deporte, televisión, meteo y web.

Volvemos a la web de la publicación misma donde consta que la directora es Esther Vera, y el director fundador, Carles Capdevila. Ara tiene nada menos que cuatro subdirectores, así como algo tan inusual como un responsable de ”lengua”. No consta en la página de ”Quiénes somos” quién está detrás del periódico ni quién lo financia en unos tiempos en que el periodismo dificilmente se sostiene en pie con lo que están dispuestos a pagar los lectores, acostumbrados como están ya al contenido gratis.

”Colaboradores”

Una parte de los costes de publicar viene claramente de los anuncios: hoy, el 15 diciembre del 2018, se ofrece en grandes fotos arriba del todo en la web vestimentos que, si bien no son de lujo en absoluto tampoco son fácilmente accesibles a los mileuristas. De ahí se podría deducir que Ara se dirije a lectores de clase media: una clase social cada vez más presionada desde el estallo de la crisis del 2008 que parece haberse eternizado en el mercado laboral precario del Sur de Europa.

Consta abajo del todo en Ara.cat que ”colaboran” el Departamento de la Presidencia de la Generalitat de Cataluña así como la Consejería de Educación, Investigación, Cultura y Deporte de Valencia, además de ”Sempre teua: la teua llengua” [Siempre tuya: tu lengua].

Como siempre es relevante la invitación a Follow the money!, nos interesa saber que ambos departamentos están en manos de los movimientos nacionalistas de la periferia oriental de España. En cuanto a ”Sempre teua”, pertenece también a la autoridad regional de Valencia. Recibe fondos de las instituciones europeas que apoyan el desarrollo de las regiones, y presenta a la lengua (catalana, por supuesto) como un amante a cuyo lado uno debe estar ”siempre”.

Construcción de la nación

En Cataluña es consabido –y el periodista Albert Soler del Diari de Girona me lo confirma– que los subsidios económicos de la Generalitat a los medios de comunicación se da tanto de modo directo como indirecto. Esto último ocurre por medio de la compra de anuncios de dudoso valor informativo para los ciudadanos. ”Y quien paga manda,” subraya Soler.

”Es un mito que trate de una parte sustancial de la economía de los periódicos,” sostiene en cambio delante mío el profesor de periodismo Juan María Corbella Cordomí de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Pero Corbella se refiere solamente a las subvenciones directas, confirma cuando le pregunto.

La gran cuestión es: ¿cómo influyen las subvenciones abiertas o veladas a la libertad de prensa en Cataluña? Y ¿cómo podemos saberlo?

Un buen comienzo sería que los receptores publicasen de modo abierto y de fácil acceso las cifras que reciben, incluido de anuncios públicos o de entidades a su vez receptores de dinero público regional o europeo. Interesa también saber cuál gran parte de sus gastos totales conforman los apoyo, porque de la libertad de presiones políticas y económicas depende tener una prensa libre.

Pero en cuanto a Ara, no hace seguramente falta siquiera presión política para que se ciña con la línea de ”fem pais” [hagamos país], que es como la construcción de la nación y su aparente necesidad de un Estado propio se denomina por estos lares. Este medio es un ejemplo modelo del tipo de prensa que buscaba el corrupto expresident Jordi Pujol con su Agenda 2000. El documento desvelado en el 1990 detallaba cómo el nacionalismo periférico de la región debería llegar a convencer a la población: haciéndose con el sistema educativo, la sociedad civil … y los medios de comunicación.

Monolingüe

La versión en papel es monolingüe, lo cual distingue Ara de los dos grandes diarios regionales: los bilingües La Vanguardia y El Periódico de Catalunya. Las publicaciones monolingües en papel de la zona son siempre en catalán; y nadie se sorprende de ello, pese a que una mayor parte de la población tiene el español como lengua materna. Desde luego, la Generalitat nos habla siempre en catalán.

En el ámbito meramente catalánhablante existe también el fusionado El Punt Avui. Los periódicos monolingües en español tienen sus sedes centrales fuera de Cataluña, pero también se leen en Cataluña, si bien de manera limitada (y algunos casi a escondidos; rara vez los ofrecen los bares).

Distintamente en la web, donde una publicación como La Crónica Global sale solamente en español y tiene, al igual que Ara, Cataluña como su enfoque principal. Abundan cada vez más las publicaciones digitales de variable fiabilidad, algunos con talante de diario que son, pues, rivales de Ara.cat por la atención.

Existen también monolingües diarios comarcales como El Diari de Tarragona y el de Gerona, si bien Albert Soler me afirma que tiene lectores por toda España. Si lo sabe, es gracias a la retroalimentación que ofrece el universo digital y que también interesa mucho a Ara, que llega a llamar ”protagonistas” a los lectores.

Internacionalización de la causa

La versión digital de Ara tiene también versiones en ”castellano” y en inglés. Trata de un inglés no del todo convincente pero más profesional que el eslogan separatista de ”free all exiles” y el resto del inglés medio incomprensible que abunda en Cataluña. Se puede deducir que Ara gasta dinero en pagar por traducciones más o menos dignas.

Puede sorprender la falta de pureza lingüística en línea por la obvia ideología catalanista del diario. Albert Soler se aventura a proponerme que se debe a la llamada ”internacionalización del Procés”: el proyecto secesionista del poder político en Cataluña y un imaginario ”pueblo” que sostienen aquellos representar, pese a no tener mayoría social. Desde que los nacionalistas han salido del armario como separatistas, no cuentan siquiera con la aparente ”consenso social” del catalanismo de antaño cuando una mitad de la población callaba.

Es consabido que los catalanistas saben hablar español cuando les conviene: lo hemos visto durante campañas electorales en barrios con muchos ”inmigrantes” del resto de España. Ara parece consciente de lo conveniente en predicar también fuera de la iglesia. Porque no hay nada en la publicación que indica que le interesa fomentar o aceptar siquiera la realidad bilingüe de Cataluña. Basta con ver cómo trata las propuestas de permitir ambos idiomas de la zona como lenguas vehiculares: como fascismo, traición y un ataque a ”la escuela catalana” que se entiende tan sólo puede impartir conocimientos en una de las lenguas de la zona.

Manifiesto

Lo que en otras empresas se llama ”misión y visión”, se llama ”manifiesto fundacional” en Ara. Esto de por sí apunta al talante ideológico de la publicación que salió por primera vez el año que fracasó el nuevo estatuto de Cataluña en los tribunales; hecho que desde entonces ha servido de argumento apologético de la ”necesidad” de escisión y la supuesta ”imposibilidad” de cambiar España por la vía veramente democrática y constitucional.

Aquí se presenta –sin nombres– quien está detrás de la publicación: ”un grupo de emprendedores de los ámbitos periodístico, editorial y empresarial de Cataluña que nos sentimos comprometidos con nuestra sociedad”. Dice el ensayista y catedrático Jordi Gracia de la Universitat de Barcelona que una parte de la burguesía catalana está detrás.

Será la discreta parte ”empresarial” mencionada después de la mención de las partes profesionales del gremio publicista. Tan discretos son los mecenas que no debemos saber de qué intereses económicas ni qué actores sociales se trata.

Monotema

Por muy generalista que sea Ara, hay un solo tema que le interesa mucho más que todo lo demás que ocurra en el mundo o a nuestro alrededor; y es el proyecto separatista. Insiste Albert Soler:

Ara es un panfleto cuya única misión es barrer para casa, o sea, para el procés, lo cual no obsta para reconocer que tienen algunos muy buenos periodistas. Su raison d’être es hacer creer a los catalanes que el procés va viento en popa, que Europa se pirra por reconocernos como nuevo Estado, y que todo lo que hace el Govern responde a una estratégica, mientras que España es mala, mala, mala.”

En el manifiesto se refiere cinco veces a Cataluña como ”país”, término a propósito equívoco que también se usa mucho en la escuela pública catalana, comprometida con la causa también. Dos veces en quatro líneas, el manifiesto habla de una ”humildad” que francamente no se discerne por ningún lado en la publicación y que tampoco viene a cuenta.

El ”cambio” es algo positivo en la mayoría de las seis veces que se menciona en el curso de dos párrafos: se entiende que el momento de crisis y descontento social en el momento fundador es una oportunidad para la llamada causa catalana. No se dice de modo directo: requiere acceso al descodificador del discurso catalanista entender el manifiesto.

El cambio de la globalización, sin embargo, no gusta a la nacionalista Ara, lo cual lleva a cierta confusión del valor positivo de esta palabra clave.

¿Progresista?

Sale a la vista que la publicación se considera progresista, y lo es en los temas que quedan fuera de la repetitiva temática nacionalista. Ara tiene, más allá de su tema favorito, una clara y simpática agenda social. Trata con rigor y detalle temas como los narcopisos en el barrio barcelonesa del Raval, a la vez degradada y gentrificada, y el drama de los refugiados a las fronteras de la Unión Europa.

Tampoco falta una cobertura digna de la política internacional de los cumbres y las instituciones.

”Comprometido”

Sin embargo, la obsesión con el Procés nos lleva a preguntar: ¿qué querrá decir ser ”comprometidos”? ¿Por qué es un sentimiento? ¿Y cuál es el referente de ”nuestra sociedad”?

Se deja deducir que el manifiesto se refiere a ser ”comprometidos” con la causa separatista, y que ”nuestra sociedad” es la feligresía de la corta mitad secesionista en Cataluña. El curioso uso del verbo ”sentirse” entablece lazos con el sentimentalismo de todo nacionalismo.

Y quien siente igual concordia con la causa nacionalista en Cataluña, se siente a gusto leyendo este periódico. Provoca un sentir idílico porque es una cámara de eco arropadora que no estresa al lector desafiando sus creencias. Aquí se lleva a cabo debates internos del separatismo, y se da instrucciones cohesionadoras a los militantes del movimiento amorfo y variopinta; pero nunca jamás se cuestiona si la causa es tan justa como se presenta a sí mismo. El sentido crítico que sostiene Ara tener, no lo emplea en ningún momento para cuestionar el credo.

Periodismo de trinchera

El profesor de periodismo Francesc Salgado de la UPF arremete en sus clases contra las burbujas ideológicas: ”Las burbujas dejan vía libre a las noticias falsas y la falta de pensamiento independiente. El periodismo que salió del franquismo da la palabra al poder; es pesado y politizado, y tiende a ser de trinchera.”

Dice en cambio el periodista Jordi Rovira: ”Ara es un diario independentista muy bien hecho y con periodistas catalanes muy conocidos. En Cataluña tiene bastante relevancia.” Explica que trata de un ”independentismo universal, de todas las corrientes”, lo cual se confirma al leerse el contenido del diario.

El elogio sin fisuras continúa: ”Hacen buenos análisis y buenos reportajes,” dice Rovira quien se autodeclara ”independentista” y hincha de ”el president” fugado. ”Han conseguido tener a lectores muy fieles tanto en la versión en papel como en digital. Hace años que están creciendo en número de lectores.”

Pero ¿son de verdad tan buenos los análisis de Ara? ¿Son siquiera análisis? El medio borra la línea entre noticia, interpretación y opinión en las piezas sobre su tema central. De hecho, todo trato de este tema –que llena las pagínas de Ara día tras día, año tras año– parece ser opinión abierta o velada, y muy poco objetivo.

Si Rovira no lo ve, será porque forma parte de la mencionada ”sociedad” con la que se siente ”comprometido” Ara: la de la feligresía de una causa nacionalista que otros consideran chauvinista y todo menos que progresista.///

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